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El rey, el niño y la magia

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 7 ene 2021
  • 3 Min. de lectura

El último regalo del día se entregó en San Mamés. Messi se levantó de la cama con los pies descalzos y corrió por el pasillo.

—¡Han llegado los Reyes, mamá! ¡Me han traído justo lo que quería!

—¿Qué es, hijo?

—Un amigo que habla como yo, mirá, papá, seguro que es buenísimo.

—Bueno, probalo a ver si va bien.

—Sisisi, si hasta marca de cabeza, eso no lo sabía. ¡Y mirá qué pase de tacón!

—¿Te gusta entonces? ¿No lo devolvemos?

—¡Me lo quedo!

—¿Te vuelve a ilusionar la Navidad? Y el año que viene, ¿qué?

—Ay, no sé, el año que viene ya veremos. ¡Voy a jugar con Pedri!

El destino quiso que dos campeones de Copa con el Valencia, destituidos poco después de levantar el trofeo, se reencontraran en San Mamés. Todo ha dado muchas vueltas desde entonces, pero Marcelino sigue siendo campeón de Copa y puede volver a serlo. La vida no deja de sorprendernos. En la Catedral perdió el Barça sus dos últimos partidos con Valverde y Setién en el banquillo. Quería evitarlo Koeman con la entrada de Griezmann por Braithwaite y la repetición del sistema híbrido, aunque cada vez más 4-3-3. Enfrente, el Sancta Sactorum de Marcelino: 4-4-2 y a contragolpear.


El encuentro arrancó con la mecha prendida. Los equipos de Marcelino juegan a calambrazos. A meter los dedos en el enchufe. Williams corrió como una pantera, lo de siempre. Definió, y aquí está la novedad, con la finura de un cisne. Dejó atrás a Lenglet y superó por bajo a Ter Stegen. La firma fue de Williams; el sello, de Marcelino.


En el primer cuarto de hora continuaron los zarpazos. Yuri culminó un contragolpe con un disparo al lateral de la red. Muniain le hizo un traje a Dest, para que fuera a juego con Lenglet. Se atisbaba otra pesadilla de partido para los azulgranas, hasta que apareció Messi. Inició una jugada que acabó en un disparo peligroso de Dest. Y el que avisa no es traidor. Volvió a aparecer el argentino, a gusto con De Jong y Pedri. Un balón largo del primero, una asistencia con la cabeza del segundo y un gol del niño en el día de los niños.


El tanto sentó bien al Barça, tranquilo de empatar pronto, subido también a la espalda del chisposo Dembélé. Le daba igual que delante estuviera Yuri, que se marchó lesionado, o Balenciaga, su sustituto. Cuando el francés cogía la pelota, se iba de excursión.


Pero si el partido tuvo un protagonista fue Pedri. Menos mal que al chaval no le han puesto la vacuna, sino algunos dirían que ha mutado y le han salido ojos en la nuca. Juega con un retrovisor, habría que mirarlo eso. La cosa es que Messi se la dio para que hiciera el truco. Es cosa de los elegidos, que hablan el mismo idioma. El canario se la devolvió de tacón y Messi batió a Unai Simón, que había salido de casa sin llaves y no pudo volver. Si alguien frota la lámpara, sale Pedri. Este genio concede más de tres deseos y reparte sonrisas. Que se lo pregunten a Messi, que se abrazó a él como solo se abraza al primer Scalextric.


El Barça tuvo al Athletic cogido de la pechera. Antes del descanso, con un disparo de Griezmann, y también después, pese a la tímida reacción vasca. Después de algunos acercamientos de los leones, los de Koeman volvieron a anestesiar el partido. Se inspiró especialmente Messi, que marcó un gol anulado y estrelló dos balones en el palo. Entre uno y otro, sí que vio puerta el 10, tras una gran combinación y asistencia final de Griezmann. El disparo también besó la madera y finalmente entró. Ni el palo lleva la contraria siempre a Messi. La Pulga más terrenal ya ha igualado a los máximos goleadores de La Liga.


Al Athletic se le fundieron los plomos, lógico en parte debido al poco tiempo que tuvo Marcelino para preparar el partido. Aún así, se agarró al encuentro en el añadido. Tan enfrascado como un niño estaba Messi que cometió un error de benjamín. Le regaló la pelota a Berenguer, que le pasó el paquete a Muniain. Hizo fácil un disparo complicado.


No pasó nada más en un partido completo de los culés, salvo alguna laguna defensiva. Fue un equipo coral y autoritario, que se repuso enseguida de un gol en contra y que suma por primera vez en el curso tres victorias consecutivas lejos de su estadio. San Mamés solo fue la primera parada de una ruta que llevará a los azulgranas por Granada y Elche, Supercopa mediante, antes de volver al Camp Nou. Al Barça se le dio mejor el día de Reyes en Bilbao que la noche de la cabalgata en Salamanca. Al fin y al cabo, el día 6 es cuando los sueños, como Pedri, ya son una realidad.

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