El Sevilla somete a un Barça apático
- Sergio Vázquez
- 24 ene 2019
- 3 Min. de lectura
El equipo de Machín encarrila la eliminatoria (2-0) ante un Barça desdibujado que no marcó por primera vez en la temporada
La Copa es más linda para unos que para otros. Es una cuestión de prioridades. Ya hace años que al Madrid no le importa el torneo del KO, y ahora es el Barça el que jerarquiza las competiciones. Poco competitivo e incluso algo desmotivado, el equipo de Valverde no se encontró en el Pizjuán. El Sevilla prometió en la primera parte y cumplió en la segunda con los goles de Sarabia y Ben Yedder. Se espera a Messi para la vuelta, pero el Sevilla se lleva apalabrada la eliminatoria. Solo el '10' puede desdecirle.

Tras descansar una hora ante el Leganés, La Pulga ni tan siquiera estaba en la convocatoria para la Copa. El fin de semana tuvo que salir al rescate, pero durante su lesión el Barça rindió mucho mejor de lo que se esperaba. El reto en el Pizjuán era mayúsculo, porque tampoco estaban Busquets, Suárez o Dembélé -lesionado-, en un once que presentaba las novedades de Aleñá, Malcom y sobre todo de Boateng. De las oficinas del club, al césped. Machín dispuso un once a medio camino entre el de gala y el plan B. El extécnico del Girona, fiel a su esquema, tiene que hacer encaje de bolillos para que sus pupilos no pierdan toda la gasolina en una temporada que empezó en julio.
Al contrario que en la eliminatoria anterior ante el Levante, el Barça no salió dormido, salió a dormir el partido. Hasta que le sonó el despertador a Navas. Se enfrentaba el Barça a un esquema, el de los tres centrales y dos carrileros, que le hace daño. Las derrotas ante Roma, Leganés, Betis y Levante así lo certifican. Le castigan mucho los carrileros, ninguno como Navas, para quien la banda es una pista de atletismo. Sus internadas, retos constantes al improvisado Semedo, destacaban hasta que aparecieron las ocasiones.
Ben Yedder es un esteta del gol. Parece que no le sirva marcar de cualquier manera. Es un ariete delicado en la jungla del área, un guerrero que entra en las trincheras sin armas. Recortó como un torero, cosas del duende andaluz, y definió como hay que definirlo a él. Un gran '9' con muchas otras virtudes antes que el gol. Disparó muy alto después de desmayar a tres jugadores del Barça. Tampoco acertó ante Cillessen en un mano a mano, casi literal porque se podían tocar de lo cerca que estaban. Remató al muñeco y el guardameta, fiable como siempre, la escupió como un muro. Estaba atenazado el Barça, sostenido tan solo por Arturo Vidal y Arthur, el yin y el yang azulgrana. Uno roba y el otro tiene criterio para jugar, clarividente para pasar o asistir, como cuando le dio el gol en bandeja a Malcom. El brasileño, un fantasma sobre el césped, tumbó al guardameta pero su nubló ante la portería.
Después del descanso, los culés sufrieron de lo lindo. Las bandas hispalenses buscaban grietas en un colador que cada vez tenía más agujeros. Amadou se coló en uno de ellos, y disparó como si estuviera dentro de un futbolín. Fue el avance del gol. Un centro de Promes, un paquete certificado, lo recogió Sarabia en la oficina del área,. La presa de agua de la defensa azulgrana empezaba a abrirse. Sin Messi en el banquillo, la eliminatoria peligraba. Quizás por eso Valverde introdujo a Coutinho y Suárez. Se agitó el Barça, incluso Coutinho pudo marcar un gol importante, pero el brasileño no está y cada vez se le espera menos. La reacción quedó en espejismo. Un disparó de Banega lo transformó involuntariamente en asistencia Sergi Roberto. Todo el Pizjuán vio que ese balón iba para Ben Yedder, menos Piqué y Lenglet, dos espantapájaros de lujo. A la tercera, sin oposición, sacó el colmillo Ben Yedder.
Pataleó el Barça con intentos de Suárez y Piqué, pero se quedó sin marcar. La última vez que sucedió fue en Roma. Dos derrotas relacionadas, quizás una consecuencia de la otra. Todos priorizan ahora la copa linda por encima de esta Copa que anhelan más en el Pizjuán que en el Camp Nou. Al Rey de Copas solo le queda la carta del Joker.
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