Vinicius y Odriozola espabilan al Madrid
- Sergio Vázquez
- 10 ene 2019
- 3 Min. de lectura
El conjunto de Solari encarrila la eliminatoria subido a los hombros del desparpajo del brasileño, autor de un golazo, y del lateral
"No me creo que Odriozola no sea titular", canta Carolina Durante. El Madrid, en duda y letargo permanente, en un Bernabéu desangelado, necesita a jugadores eléctricos. Ningunos como Vinicius y Odriozola, protagonistas principales del partido ante el Leganés. El lateral provocó un penalti que dio paso al primer gol. Vinicius citó a Lucas Vázquez con el segundo. En el tercero, se aliaron: centró uno y remató el otro para subir al enfermo a planta. Seguirá con pronóstico reservado, como mínimo hasta el domingo.

En los onces de Solari ya no se sabe qué movimientos son acicate, castigo, premio o dosificación. Ante el Leganés no estaban Marcelo, Kroos, Modric e Isco. Está por ver hasta cuándo sorprende su ausencia. Sobre el césped, futuro que quiere ser presente: Reguilón, Valverde y de nuevo Vinicius. En el once del Leganés, solo con tres futbolistas presentes en la eliminación en el Bernabéu de la temporada pasada, chirriaba la presencia de Gumbau en el carril. En su duelo con Odriozola podía estar la clave, aunque la corneta del Madrid fue Vinicius.
El Madrid es hoy lo que quiere el brasileño. El público, cada vez menos numeroso, necesita estímulo, y Vinicius es hiperactivo. Hasta que el equipo salga de la UVI, sus carreras hacia el fin del mundo se llevarán el aplauso del Bernabéu. De sus escapadas nacieron las primeras ocasiones del Madrid, aunque el Leganés no se quedó en la cueva.
Hasta en cuatro ocasiones Braithwaite pudo estrenarse con su equipo en el Bernabéu. Las tuvo de todos los colores. Estuvo a un suspiro de rematar en boca de gol, disparó cruzado en un mano a mano y cabeceó con dureza hacia la meta de Keylor Navas. Cuando se le necesitó, ahí estuvo el guardameta. Un día más en la oficina de trabajar y callar del portero tico.
A las ocasiones de Braithwaite se le intercalaban llegadas del Madrid, pero nunca con ritmo. Eso obligó a los jugadores rebeldes a coger las riendas. Se subió al caballo Odriozola. Corrió la banda constantemente como si jugara al pilla-pilla, provocó un casi penalti, y a los pocos minutos tuvo su rendición después de un empujón de Gumbau que no pareció mucho más que el anterior. Ramos lo marcó sin pulso y cerró el primer acto.
El gol anestesió al Leganés y tranquilizó al Madrid, pero no a Vinicius. Tiene la mecha prendida todo el partido. Su único fallo es a la vez su mejor virtud. Es hiperbólico, excesivo, exagerado. Tiene un punto rococó porque se adorna de más. La electricidad es su fuerte; su punto débil, el cortocircuito delante de la portería. Solo le faltaba el gol después de librarse de sus rivales como si bailara claqué.
Quizás Benzema, más inteligente que goleador, vio que necesitaba una clase de altruismo. El francés presionó, robó y le pasó la pelota a Vinicius, que se relamía delante de la portería. En ese balón le debió traspasar generosidad, porque el brasileño se olvidó de marcar y le dejó el gol en bandeja a Lucas Vázquez. Le sentó bien la asistencia porque al poco tiempo le tocaría celebrar a él. De nuevo apareció Odriozola en el preludio del gol. Centró para Vinicius, que remató de primeras y sin pensar. Seguramente por eso marcó el gol de la noche con una volea imposible para Cuéllar. El Bernabéu ya tiene nuevo ídolo. Se marchó entre aplausos, que se alargaron por la entrada de Brahim. Ilusión por ilusión. Antes había entrado Isco, que ya huele a pasado.
Apalabró la eliminatoria el Madrid gracias a la rebeldía de Odriozola y Vinicius. A falta de fluidez, buenos son chispazos. Los de Solari cicatrizan heridas pero no tienen el alta hasta ver lo que suceda el próximo domingo en Liga, ese campeonato que le produce migraña. Nadie se creería que Vinicius no fuese titular.
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