Olympiacos seca al Barça
- Sergio Vázquez
- 1 nov 2017
- 3 Min. de lectura
El conjunto de Valverde muestra su versión más anodina y se queda sin marcar por primera vez en la temporada.
Es difícil volver a casa con mucho que contar. Ya lo hizo en Valverde en Bilbao, sin demasiados alardes, fiel a su parco estilo. El Txingurri culminaba su semana emotiva en Grecia, donde conquistó tres Ligas y dos Copas en tres temporadas. Los focos del Giorgios Karaiskakis le aman, pero él renuncia a ser el centro de atención. Quería una victoria sencilla ante un conocido y que Olympiacos emulara a Paul Newman en Camino a la perdición y dijera, justo antes de que Tom Hanks le matara, aquello de: "Me alegro de que seas tú".

Llegaba el Barça a Pireo dispuesto a seguir abrazado a la rutina. En pleno Halloween, el conjunto de Valverde no quiere trucos, tratos, ni sustos; es más de castañas que de caramelos. Enfrente estaba el equipo ideal para seguir con la maravillosa rutina: un partido tranquilo, un gol de Messi y alguna para de Ter Stegen a lo sumo. Denis entró por Rakitic y la baja de Iniesta la suplió el técnico cacereño con la entrada de Semedo y la proyección de Sergi Roberto.
Precisamente en el lateral derecho empezó el partido. La oportunidad del lateral, la única en la que el Barça tuvo profundidad, evidenció el problema en las bandas que tenía el Barça, al menos ayer, sin Deulofeu de la partida. Los azulgrana demostraron intensidad sin balón y paciencia con hasta que los Suárez firmaron los primeros acercamientos. Un gol bien anulado a Denis espoleó a Luis, que casi engaña al protoportero griego, poco ortodoxo pero sobradamente efectivo. El guardameto de Oympiacos estuvo a tiempo de lucirse ante Messi, con los pies y con las manos, antes del descanso.
Los griegos no asustaban pero al menos llamaban a la puerta pidiendo caramelos. Era un versión más punzante que el indolente equipo que se presentó en el Camp Nou. El Barcelona decidió abrirle la puerta y eran sus propios errores los que iniciaban los ataques griegos. Umtiti, cada vez más parecido a Puyol, y Ter Stegen, abortaron sin demasiada exigencia las acometidas griegas.
El segundo tiempo empezó con Deulofeu, novedad antes del descanso por la lesión de Sergi Roberto. El destino quiso que Deulofeu solo jugara 45 minutos en el Camp Nou y que en Grecia se viera recompensado con la segunda mitad. Todavía compungido y ojiplático, Deulofeu, como el Barça, no estuvo convencido de ir a por la victoria en el segundo tiempo. Lo intentó aprovechar Olympiacos con el aliento de su público, el primer lanzador del balón parado.
Se amarró el Barça a la rutina para controlar el encuentro. Nunca falla. Es el antídoto ante el vértigo. El Barça, acostumbrado últimamente a ser un descapotable haciendo eses, es ahora un Renault Clio que siempre va por el carril derecho. Las últimas ocasiones evidenciaron la falta de confianza de Suárez. Los delanteros marcan o fallan, pero siempre chutan. Sabrá usted que un delantero va al psicólogo si cuando enfila portería levanta la cabeza de forma desesperada para buscar socios o prestamistas que le saquen de la ruina. Como buscar a Messi tampoco funcionó, el uruguayo lo buscó por su cuenta. Una chilena, un disparo mordido, una vaselina. Fuera, parada o travesaño. El gol solo llega entre fallo y fallo.
Lo intentó Messi con dos coletazos finales disfrutando de la soledad entre un Suárez cabizbajo y un Deulofeu inquieto. Proto, la mala puntería y la poca brillantez azulgrana provocaron que el Barça se quedara sin marcar desde la Supercopa ante el Madrid, cuando apuntaba al descenso. Un equipo romo y lacónico, abandonado casi a siempre a Messi, sacó un empate en Grecia que no le clasifica pero sí le allana el camino para octavos. Una vez más, no news, good news.
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