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El Tottenham anestesia al Madrid

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 18 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

El conjunto de Pochettino, más certero en las áreas, se lleva un punto vital del Bernabéu pese a la insistencia de los merengues

Las áreas son para valientes. Todo lo que sucede ahí dentro es impredecible y puede no tener nada que ver con lo que ocurre en el resto del campo. Son incluso irrespetuosas, burlonas a veces con su propio equipo. El Tottenham rascó un empate que deja con peor sabor de boca al Real Madrid porque lo intentó más pero no mejor. Pochettino se abandonó a su suerte en las áreas y le salió bien porque Lloris lo decidió. Los blancos, erráticos en el remate, se quedaron sin fuelle en los minutos finales y volvieron a dejar escapar puntos de su estadio, esta vez en Champions.

El enfrentamiento era la ida de una final a doble partido que dirimirá el líder de grupo. Llegaban empatados a puntos, goles encajados y goles recibidos; igualaban hasta en señalar a una estrella que les guiara el camino: Cristiano en unos y Harry Kane en los otros. En el Madrid sorprendía la novedad del jovenzuelo Achraf en lugar de un experimentado Nacho, mientras que los inglesas formaban con un 3-5-2 con dos puntas y dos carrileros marcados. Ahí empezó el partido.

Un error de Vertonghen propició un balón de Achraf a Cristiano que el portugués estampó en el palo. En el rechace, Benzema justificó las críticas de media parroquia madridista. El mundo se divide entre los detractores y los amantes de Benzema. Les unen los motivos. Unos le odian por querer ajustar demasiado un lanzamiento franco y otros le amamos precisamente por eso.

El Madrid se encontró cómodo con el balón, siempre en campo rival ante un Tottenham asustado y bisoño. Como en la vida, los Spurs espabilaron a los 20. Kane cabeceó un balón como si fuera un martillo y Navas reaccionó con reflejos. No se equivoquen. El área no es el hábitat de Kane. Vive ahí de alquiler. El ariete inglés protagonizó una jugada muy lejos del área que a punto estuvo de acabar en gol de Llorente. Kane marca, asiste, regatea y, sobre todo, asusta. Solo así se explica que un centro de Aurier acabara en gol en propia de Varane. Kane sacó la espuela y, quizás producto del viento del huracán, el central francés se equivocó de portería.

El gol confirmó al Madrid en la duda defensiva, donde vive instalado desde el principio de temporada. El conjunto de Zidane tiende a las lagunas defensivas que le empujan a recibir un gol por partido. El nerviosismo en defensa provocó menos harmonía en el ataque blanco. Se agitó el encuentro y las ocasiones volvieron a ser del Madrid ante un Tottenham altivo en el área. Todo le había ido bien en esos pocos metros cuadrados. Todo hasta que Benzema, el 9 más centrocampista del mundo, habilitó a Kroos y Aurier hizo el resto en un penalti grosero. En Champions, una pena máxima para Cristiano solo es el preludio del gol.

El Tottenham, hipotecado en el centro del campo, siguió encerrado tras la reanudación, abandonado a las cabalgadas de Kane y a la inspiración de Lloris. Los de Zidane, alocados y desordenados en ataque, acosaron a los ingleses a base de centros. Uno acabó en la testa de Benzema, el 9 menos delantero del mundo, que vino a confirmar un día aciago para los que nos parece el mejor ariete posible para este Real Madrid. Los Spurs eran un equipo dócil, a merced de la puntería de un Madrid que ya merecía ganar. El único aliado del Tottenham era el reloj del Bernabéu, que a cada minuto recordaba a su equipo los encuentros ante Valencia, Levante y Betis. Ni tan siquiera un Cristiano activo, desesperado por un Lloris excelso, dio la victoria al Madrid. Y pudo ser peor para los blancos. Navas, celoso del portero rival, sacó con la uña un remate de Kane que tenía cara de 1-2. Acabó bien el Tottenham, con Llorente bajando balones de los árboles, con el partido anestesiado incluso en los minutos finales. El Bernabéu no rezumó épica.

El Tottenham, el equipo más inglés de los top de la Premier, se vistió de obrero y se amarró a un guion de partido vertebrado en las áreas que le sirvió gracias al desatino blanco. Llegaron empatados a todo y así se van, con la final por el primer puesto aplazada para Wembley, un estadio en el que Tottenham juega de prestado. A saber qué dictaminarán ahí las áreas.

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