top of page

Carvajal despeina a Ancelotti

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 13 abr 2017
  • 4 Min. de lectura

"Un jugador que no conocía mucho es Carvajal, que es un lateral derecho muy bueno, con mucha intensidad". La autoría de las palabras corresponde a Ancelotti, en la previa de su primer partido en el Real Madrid. Pronto se dio cuenta Ancelotti del potencial de Carvajal y así lo asimiló también su pupilo Zidane. Los focos apuntarán a Cristiano, bigoleador, pero el Madrid empezó a gestar el 1-2 desde el lateral derecho. Con un duelo de terapeutas en los banquillos, los blancos se psicoanalizaron mejor. Sufrieron al principio, se conjuraron al descanso y olieron la sangre del rival al final. Tres mandamientos que despeinaron la ceja de Ancelotti, sobre todo cuando el Bayern pasó de jugar con 11 a hacerlo con 10, por la expulsión de Martínez, y el Madrid de hacerlo con 10 a hacerlo con 11, con la entrada de Asensio por Bale, otro nombre común que hizo posible la remontada al gol de Vidal. El nombre propio, eso sí, fue Cristiano Ronaldo.

La baja de Lewandowski, autor de 38 goles en 40 partidos, monopolizó la previa de un partido que empezó desde las esquinas. Se comprobó rápidamente que había banderines en el campo del Madrid pero ni se atisbaban los palos en la portería del Bayern. El Madrid tardó incluso en ver que la pelota tenía estrellas, con una posesión larga le dio tiempo a contarlas y corroboró que la portería de Neuer tenía palos. Un remate de Benzema acariciado por el meta alemán se estrelló con el travesaño. El Bayern, que empezó chillando, pronto se quedó afónico.

Dicen que el fútbol se juega de corrido y que no tiene tiempos muertos ni espacio entre asaltos. Mentira. El Bayern se fue de nuevo a la esquina, ese lugar recóndito donde más goles se imaginan. Thiago vislumbró la cresta de Vidal, siempre receptor del bombardeo bávaro, y un resbalón de Nacho posibilitó el gol del chileno.

La BBC era más bien TVE, menos glamourosa y más cartesiana, especialmente Bale y Cristiano, solidarios con sus laterales. Casemiro se empeñó en empatar el partido en lesiones -Hummels y Pepe también se lo perdieron- y quedó grogui después de dos golpes. Una pérdida del brasileño acabó en un centro de Robben cabeceado por Vidal, que con su peinado parece decir a sus compañeros "aquí estoy".

Dos ocasiones de Kroos y Cristiano parecían cerrar la primera parte pero aún hubo tiempo para que se cumpliera una ley no escrita del fútbol: penalti que no es, se falla. El árbitro interpretó el escudo de la camiseta de Carvajal como su mano. El hiperactivo Vidal, presente en todas las fiestas, deseoso de tirar el penalti con la cabeza, mandó el balón en busca del lanzamiento de Ramos en un enfrentamiento previo.

El segundo tiempo fue del Real Madrid y de los números. Las estadísticas, en ocasiones elocuentes, decían que el Madrid llevaba 52 partidos oficiales marcando, que lo había hecho en sus nueve últimas visitas a Múnich, y que el Bayern había recibido gol en seis de sus últimos siete partidos en Champions. El escenario era pintiparado para los blancos. Apareció entonces Carvajal, que había jugado en el Bayer, en el de las aspirinas, y produjo jaqueca a los locales. Su centro lo remató con plasticidad Cristiano, que dejó la banda para actuar en el área, su residencia ahora que el portugués envejece. En las áreas estuvo una de las diferencias del choque, ocupada una por Cristiano y Benzema, y la otra por Müller, que no es el torpedo pero ayer ni llegó a piula.

Los alemanes se mostraron más frágiles de lo que dicen su nacionalidad y su historia y Bale, que al parecer fue titular, tuvo el 1-2 de cabeza. Pronto le sustituyó Asensio, en un cambio que tuvo una precuela y una secuela idénticas. Javi Martínez fue doblemente amonestado en acciones sobre Cristiano Ronaldo, ambas innecesarias, la segunda incomprensible en la élite. El partido quedó en stand by pero era el Madrid el que tenía el mando a distancia y el que apretaba la pausa y el acelerón a su antojo ante un equipo que caminaba en un alambre de tela tejido por Neuer. El Bayern pasó a jugar como si no hubiera partido de vuelta y el Madrid como si quisiera hacerlo innecesario. Habrá algo el juego el marts gracias al portero alemán, exigido ante Benzema y Ronaldo. Especialmente meritoria fue una parada que hizo con el puño, de rodillas, como si estuviera en el paredón dispuesto a recibir balazos.

Hasta los héroes tienen su punto débil. El de Neuer no fue la escuadra, ni siquiera la parte inferior más ajustada al palo. El segundo gol del Madrid entró primero entra las piernas del guardameta. Ahí remató Cristiano, como si matara a una cucaracha, en un remate de 9, de CR9. El 20 es para Asensio, un dorsal a priori inofensivo, pero que ayer cambió el curso del partido y permitió, con el liderazgo de Cristiano y los pulmones de Carvajal, que el Madrid se trajera un resultado oxigenado, unos prismáticos con los que se ve más cerca Cardiff.

Comentários


bottom of page