Griezmann justifica los medios
- Sergio Vázquez
- 8 jul 2016
- 2 Min. de lectura
"La primera conjetura que se debe hacer sobre el talento de un príncipe es ver qué hombres tiene alrededor." El Príncipe, Maquiavelo
Tengo que reconocer que siempre le he tenido tirria a ciertos tipos de persona. Primero, a los que achacaban textualmente la frase "el fin justifica los medios" a Nicolás Maquiavelo. Que se pueda interpretar esa filosofía del ensayo del autor italiano es una cosa, que escribiera tal cual esas palabras es otra muy distinta. De hecho, Maquiavelo consideraba como defectos de un Príncipe el hecho de asesinar a los ciudadanos, traicionar a los amigos, no cumplir con la palabra o no tener piedad y religión. También siento recelo hacia las personas que usan esa máxima que nunca dijo Maquiavelo como forma de vida. En el colegio, donde están todos los ejemplos de la vida, se les reconocía por ser los que copiaban en los exámenes. Mientras tú manoseabas y te regocijabas en la posesión del bolígrafo, a ellos no les hacía falta ni sujetarlo el 30% del tiempo. Aprobaban el examen con la mirada, esperando agazapados al momento exacto de sacar la chuleta. Era entonces cuando copiaban, rápidos como si de contraataque se tratara, mientras yo intentaba recordar, ojiplático como un doble pivote al repliegue, los ríos de España.

Griezmann todavía no es Príncipe pero aspira a serlo porque ya tiene el título de Principito. Y se ha puesto manos a la obra en eso de justificar a los medios, consiguiéndolo de dos maneras. Justifica los medios, entendidos como centrocampistas, y justifica la decisión de sus entrenadores, ya sea Simeone o Deschamps, de pertrechar una línea de aguerridos soldados, donde hasta a Pogba se le puede ver con el mono azul de mecánico. Basta un centro del campo de músculo, que corra, que robe balones y se los dé a Antoine. Él hará el resto.
Sobre todo justifica los medios, en el significado más puro de la expresión, por su certeza de cara a gol. Ya puede ser un partido soporífero, como el de Albania, puede asomarse el fantasma de la eliminación, como contra los irlandeses, o puede parece que el partido está perdido, como en las semifinales. Ahí es cuando aparece Griezmann, haciendo olvidar todas las sensaciones sombrías que se cernían en sus seguidores. Sus goles justifican un planteamiento enjuto e incluso ridiculizan el empeño y la superioridad del rival. Igual que cuando se presentaba ese gigantón del colegio, que nunca he visto pero siempre he temido, que te quitaba el bocata de fuet y cariño que te había hecho tu madre, mucho más atenta que la suya. Pero en ese momento él era feliz y a ti te apuntaba el foco de la desolación. El fuet, amigos, justifica los medios. Quizás esto sí que lo dijo Maquiavelo.
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