Vardy y Sturridge are having a party
- Sergio Vázquez
- 16 jun 2016
- 3 Min. de lectura
Parece que el Dios del fútbol se lo está pasando bien en Eurocopa y sobre todo parece que está jugando mucho, asemejándose a su antagónico Belcebú. Que en el fútbol no siempre ganan los mejores está claro. Le viene pasando a la anfitriona y le ha pasado también a Inglaterra, cuando en la primera jornada se le escaparon los tres que merecía. Todo lo contrario sucedió en la segunda jornada, donde la espesa selección de Hodgson se las vio y se las deseó para ganar a una Gales correosa que se adelantó con otro tanto de falta de Bale. Movió piezas el entrenador inglés y acertó de lleno. Vardy y Sturridge, ambos debutantes tras el descanso, sellaron la primera remontada de la Eurocopa en probablemente el único balón que tocaron haciendo inútil el hercúleo esfuerzo del combinado de Gareth Bale.

Igual que a veces la realidad supera a la ficción, el mito se impone al acontecimiento en las grandes artes, también en el fútbol. El caprichoso sorteo había juntado a Inglaterra y a Gales, hermano mayor y pequeño en lo del fútbol, en lo que se antojaba como una rivalidad histórica. No podían despistarse sin embargo en ceremonias y flautas porque en junio había tres puntos clave, más incluso para los ingleses, tropezones en el primer encuentro. El ruido del Brexit y los hooligans devoraba a un partido que era algo más que eso.
No cambió nada Hodgson transmitiendo tranquilidad a los suyos. Quizás los jugadores se confundieron con parsimonia, demoledora si se casa con la necesidad de ganar. Gales solo tenía que esperar y hacer que los ingleses se miraran al espejo y vieran sus muchas carencias con balón. Ni Alli ni el 'iniestizado' Rooney hilvanaron jugadas de peligro. De hecho, Gales solo se acongojó con el fútbol inglés más primitivo, capitaneado por la velocidad y el balón parado. El contragolpe, misión para la que Vardy sería ideal, hizo acto de presencia con una prolongación de Kane y un centro al área de Lallana, lo más parecido a un caramelo que Sterling solo pudo escupir por encima del palo.
La escasa creatividad de ambos conjuntos sumada al formato de esta nueva Eurocopa borraban cualquier atisbo de espectáculo. El campeonato está siendo atractivo en cuanto al nivel de los equipos, pero invita a cavilar y a sacar la calculadora, creando monstruos de la procrastinación. Gales no quería e Inglaterra no parecía poder. Dicen que la siesta es 'typical spanish' pero ambas selecciones salieron aplatanadas al verde.
Se animó Inglaterra en el tramo final del primer envite, espoleada por su segunda seña de identidad. Una combinación nimia acabó en susto o muerte. A Davies se le paró el corazón cuando desvió un balón con la mano, sin quererlo, sin saber muy bien por qué. Al central le amparó el reglamento y la jugada quedó en sobresalto. Hablando de saltos, Smalling se erigió por encima de toda la zaga galesa conectando un cabezazo tras un servicio de Rooney, acaparador de todo el balón parado, recurrente en la islas y única fuente de peligro inglesa. Sus vecinos se asomaron al examen y se copiaron de la táctica de la pelota parada, donde tienen al mejor estudiante. Gales es un equipo guerrero, humilde, de clase media baja, lleno de nombres ordinarios hasta que parece Él, vestido con atuendo deportivo pero simulando estar enfundado en un frac de lujo. El partido pasaba por encima de Bale hasta que cogió el mando distancia y lo detuvo. Nada mejor que una falta cuando no llegan las piernas. Necesitó lo mismo que en la primera jornada: un disparo seco y un portero que se había quedado con hambre.
El segundo tiempo empezó en el descanso, desde el banquillo y con una jugada de Hodgson que se esperaba mucho antes. Los inoperantes Kane y Sterling no saltaron en el segundo tiempo y en su lugar entraron Vardy y Sturridge, lo que no solucionaba el problema de creación inglés. Aceptó Hodgson su defecto y lo intentó hacer virtud, buscando un partido loco y atropellado. El primer accidente provocó un batiburrillo que acabó con una asistencia en propia meta de Williams. El oportuno Vardy, siempre con la caña de pescar afilada, ponía las tablas 10 minutos después de debutar en una Eurocopa.
Vardy inauguró la fiesta y parecía que a Gales se le iba a hacer larga la velada, y más cuando en el campo se contaba cuatro delanteros ingleses, incluido Rashford, el Bojan inglés. Pero en la acumulación de delanteros no era la solución y el encuentro bajó de revoluciones para quizás no volver a subir. No contragolpeaba Vardy, porque esto no es el Leicester e Inglaterra estaba obligada a crear, o al menos a remover. Los minutos finales invitan a mover la coctelera de la fiesta y apareció el mejor bailarín, Sturridge, que se llevó un balón fitlrado de Dele Alli para alejar el Brexit de Inglaterra, al menos en la Eurocopa.
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