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Vivitos y goleando

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 26 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Suárez, Higuaín, Jonas, Lewandowski, Kane... no es la lista de Arya Stark aunque hubo un momento en que sí parecía que los delanteros natos, los hombres de área, estaban en peligro de extinción. Su desaparición se trató en un despacho, como los grandes asuntos, igual que Don Draper fraguaba sus campañas publicitarias. Este despacho era sin embargo más humilde, reacio a los rascacielos, más afín a los sótanos lúgubres. Una luz tenue y titilando de serie enfocaba a la calva, frotada, acariciada por su propia mano, como si fuera la lámpara mágica. De la mente de un genio como Guardiola surgió que otro genio como Messi podía actuar de delantero, o al menos simularlo. Lo llamó como si estuviera en Saw y fuera Puzzle, entonando aquello de "Juguemos a un juego". "El hombre cuyas mentiras se aceptan más fácilmente es aquel que, durante toda su vida, ha tenido fama de veraz", escribió Faulkner, y Guardiola le tomó en serio cuando le dijo a Messi que iba a ser un trilero, un delantero tramposo, difuminado. Un sí pero no de toda la vida.

Tras el sfumato, la pasteurización y la tostadora fue el mejor invento del hombre, culpable de la hegemonía del Barça en ese primer partido -que no era uno cualquiera- y en los años venideros. Los delanteros asistían a la criba ojipláticos, en su sofá, iluminados por el resplandor televisivo. Muchos entrenadores se apuntaron a la moda, o al menos lo intentaron. Nadie quería quedarse fuera del experimento del falso '9'. Incluso España, con un delantero tan falsísimo como Cesc, probó el invento. El delantero estaba en peligro de muerte.

Pero no estás muerto hasta que apareces en la esquela y ninguno de los delanteros habían cambiado todavía de sección en el diario. Decía Billy Wilder que todo los días miraba las esquelas y se fijaba en la edad del muerte. Le aterraba que muchos eran más jóvenes, y llegaba a la conclusión de que quizás se habían olvidado de él. Algo así les pasaría a los delanteros. Viendo que no morían, decidieran regresar más fuerte del coma. Qué mejor forma de recuperar la batalla que donde habían empezado a perder terreno. Messi, que con él empezó todo, volvió a su otrora posición en la derecha, y ahora ya cavila por todo el campo a su antojo. Lo que está claro es que la punta de lanza es Luis Suárez, pichichi, animal y consumidor de la droga caníbal antes de cada partido. Con sus 40 goles en Liga se ha colado en el bipartidismo goleador, en el turnismo que habían instaurado Messi y Cristiano, repartiéndose los trofeos como si fueran Cánovas del Castillo y Sagasta. El uruguayo ha liderado una estirpe de delanteros que le ha aguantado el tirón. Higuaín ha superado la marca histórica del Calcio con sus 36 tantos. Jonas, que parecía ya de vuelta, ha anotado 32 dianas en una liga portuguesa en la que se ha confirmado la voracidad de Slimani. Lewandowski y Aubameyang han contribuido desde Alemania. Incluso Inglaterra, con números más alejados, ve la luz al final del túnel con Vardy y Kane, este último pichichi de su propia liga, algo que no conseguía un jugador autóctono desde el año 2000.

Este muerto está muy vivo, de hecho está más vivo que cuando casi perece. Volvió más fuerte de la muerte y ahora el delantero de antaño no solo golea, como ha hecho con creces esta temporada, sino que también ayuda en la creación. El delantero centro vuelve a estar de moda, como cuando las peonzas volvieron a los colegios. Todas las selecciones van ya con su '9' a la Eurocopa como los niños recibían una como premio a sus notas.

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