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El bueno, el feo, el malo... ¿y quién más?

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 17 mar 2016
  • 3 Min. de lectura

De Nikola Tesla se recuerdan todas sus aportaciones y también su obsesión con el número tres. El inventor croata necesitaba que cualquier acción que le rodeara estuviera relacionada con dicho número, o como mínimo con sus múltiplos. Comía con dieciocho servilletas y con varios juegos de cubiertos, un mínimo de tres y siempre ascendiendo, obviamente, de tres en tres. Vicente del Bosque no es inventor pero sí entrenador, que se le parece mucho. Desconozco si vive obsesionado con el mismo número que Tesla. Lo que queda patente es que para él tres no son multitud en ataque. Tres son siempre los delanteros que se lleva a las grandes citas, como tres eran el bueno, el feo y el malo y como en hasta tres ocasiones en la película se divide el mundo en dos tipos de personas. El mayúsculo problema del seleccionador es que hay cuatro arietes picando al interfono de su morada.

"El mundo está dividido en dos partes: los que tienen la cuerda al cuello y los que la cortan". Quizás el bueno de Vicente ya sabía que iba a tener la soga al cuello en algún momento y por eso se llevó a Llorente en su maleta rumbo Sudáfrica. A Villa y a Torres no los movía ni el viento, y el atacante más distinto a ellos era El Rey León, que venía de reventarlo en el Athletic. Llorente no tuvo un papel protagonista pero sí secundario, que es tanto o más importante. Juan Tallón explica en El váter de Onetti que los secundarios son los verdaderos protagonistas, porque si los primeros "no estuvieran harían desaparecer a cualquier estrella". Y efectivamente eso pasó con Llorente, porque si no hubiera estado probablemente hubiera desaparecido la estrella que ahora la Roja luce en su zamarra. Todos recuerdan el gol de Puyol ante Alemania pero bien harían en no olvidar el papel que jugó el actual delantero del Sevilla ante Portugal. No solo oxigenó el ataque de España, sino que se fue a la farmacia, compró un ventolín y hasta le hizo un boca a boca a Villa. Todo ello ventilándose a los defensas portugueses.

"Unos pasan por la puerta, y otros por la ventana". Con Villa fuera de forma, el tema del '9' para la Eurocopa de 2012 fue casi una cuestión de Estado. Repitieron Torres, que no era el de antaño, y Llorente, que ya había gastado el efecto sorpresa. Se sumó Negredo, que asomaba en la élite pero nunca cuajó con la selección. Del Bosque, acostumbrado a entrar por la puerta con un ariete convencional, decidió entrar por la ventana y colocó a Cesc de falso nueve. El invento no fue ni muy bien, porque no fue un factor desequilibrante, ni muy mal, más que nada porque España ganó la Eurocopa.

"Hay dos tipos de personas: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Y tú cavas". El Mundial de 2014 fue un estrépito y seguramente el último problema fue el del delantero. Pero es la problemática que aquí nos atañe. Villa fue merecidamente aunque por nombre, más o menos como Torres, que si en 2012 no era el de antaño imagina en 2014. Con ambos de atrezzo del Bosque le dio la pala de cavar a Diego Costa, con su mejor año a la espalda. Funcionó y fue un fracaso a la vez, mitad por méritos propios mitad por suicidio colectivo.

No hubo una carta frase en El bueno, el feo y el malo así que no habrá spoiler sobre quién irá a la Eurocopa. Del Bosque tiene motivos para llevarse Costa, Morata, Alcácer y Aduriz, o incluso prescindir de todos ellos. Si fuera un hombre impulsivo -ha demostrado que no- le hubiera jurado amor eterno a Diego Costa tras su primera parte contra el PSG, para el fin de semana siguiente mandarle los papeles del divorcio tras su affaire en la FA Cup. No es que sea el malo, es que es el enfant terrible de la Roja. El seleccionador, apañao como pocos, habría reciclado las arras para enviárselas por correo urgente a Morata tras su exhibición en el Allianz. Su cara de niño inocente y bisoño le hacen merecedor de ser el bueno. El más feo seguramente sea Aduriz, aunque solo sea por la edad. Quién sabe si del Bosque piensa como Hildegarde en El curioso caso de Benjamin Button: "Los jóvenes son idiotas. Vienen y te cuentan la de champán que beben en la universidad, y la de dinero que pierden jugando a la baraja. Los hombres de su edad saben valorar a las mujeres". Quedaría fuera de la quiniela Alcácer, que no es bueno, feo ni malo pero sí rápido, el que más en todo el Oeste. Desenfunda su primer toque como nadie, pero pierde enteros por la caballería que tiene como equipo. Cuatro actores para un casting de tres, como si el bigote de Tesla se hubiera reencarnado en el de Del Bosque.

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