Compota de Oro
- Sergio Vázquez
- 26 feb 2016
- 4 Min. de lectura
"Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor" Jacinto Benavente
Este domingo se entregan los Oscar, y hace no mucho se hizo lo propio con los Globos de Oro, que no sé si alguna vez se ha dicho que son la antesala de los otros. Unos premios que por cierto están marcados por la polémica, buscada o no, de no haber ningún actor negro entre los nominados, como si eso fuera a hacernos mejores personas. Huyendo del tema y sin querer yo dar lecciones cinematográficas y mucho menos existenciales, ambos galardones guardan un rincón para las películas de habla no inglesa, quedando marginadas ante la superioridad estadounidense. Por algo se creen los mejores y por algo los organizan, qué hostias. En el fútbol, que a veces es justo en sí mismo y hasta con la vida, se equilibran los chakras y los que quedan marginados, no en los Globos de Oro pero sí en la Bota de Oro, son los angloparlantes.

Suárez 25. Higuaín 24. Jonas 24. Cristiano 22. Lewandowski 22. Aubameyang 21. Sean de donde sean los goleadores y sus ligas, lo cierto es que la Bota de Oro tiene por fin emoción. No hay que esperar, o no de momento, a dilucidar si es Cristiano Ronaldo o es Messi el que se enfunda el dorado galardón, como si no tuvieran ya suficiente oro con los balones. Portugués y argentino se enfrascaron en una rivalidad semejante a la de Hemingway y Faulkner. Uno, escueto, preciso y resolutivo; el otro, rimbombante, gustándose a sí mismo y hasta a los enemigos, creando subordinadas con el balón cosido a la bota. Los últimos seis trofeos se los han repartido, con la única excepción de Luis Suárez, que obligó a Ronaldo a sacar la motosierra y partir el brillante calzado por la mitad. No me extrañaría que madridista y culé estuvieran de acuerdo en hacerlo, quizás para disimular, porque Messi venía de hacer 50 y 46 goles en las últimas temporadas y Cristiano en la siguiente, es decir la última, anotó 48. Esta temporada el argentino se lesionó al inicio, cuando estos trofeos se ganan realmente. Marcar 20 goles en los 10 primeros partidos te augura el premio por inercia y por desidia de los rivales. El argentino volvió, ha vuelto de hecho, pero parece haraganear de cara a gol. Es como si le motivara más conseguir que otro jugador de su equipo, Suárez en este caso, lo consiga. En el otro lado, CR7 no ha estado lesionado pero lo ha parecido. El portugués no ha perdido el hambre pero sí los cubiertos con los que comer, y por ahora solo se muestra realmente resolutivo ante rivales de menor entidad.
Unos motivos u otros han posibilitado que a esta Bota de Oro, terrestre por fin, opten no solo varios jugadores, sino también varios países. Ya hay quien se prepara para salir en las noticias y decir aquello de: "Este año el Gordo ha caído muy repartido". Los más descolgados son los ingleses, que parece que inventaron el fútbol pero ahí se quedaron. Lastrados últimamente en campeonatos de clubes y selecciones, ni su liga ni ningún goleador parecen optar tampoco a la Bota de Oro. El primer aspirante es el héroe Vardy, que ya bastante tiene con ser máximo goleador de su país y hacer al Leicester campeón. Ahora también tiene que emular a Kevin Philips, el último inglés en ganar la Bota de Oro, o al menos estar a la altura del resto de goleadores para que los ingleses no queden tan marginados como los negros en los Oscar.
Ingleses aparte, me he metido en el hipnótico mundo de los datos, que los carga el diablo, y por eso precisamente no quiero salir, aún a riesgo de morir ahogado. Ya se ha dicho que la Bota de Oro, como el Gordo, está cayendo repartida. Pero el símil con el sorteo navideño prosigue, ya que el trofeo puede caer en sitios donde hace mucha falta.
Los italianos, liderados este año por un argentino , siguen anhelando un capocannoniere desde que Totti lo ganara en la 2006/2007 con 26 tantos. Higuaín lleva ya 24, a 11 de los que anotó Nordahl, el jugador que más dianas logró en un campeonato italiano. Si se midiera la dificultad de hacer goles en una liga, probablemente el Pipa lideraría el ranking. Sus 24 goles aumentan de valor al ver que en el segundo puesto están Bacca y Dybala con 13. Sumándolos, superan por poco al argentino.
Si en Italia lloran por un Bota de Oro, ni que decir tiene lo que sollozan en Portugal. El efímero animal Mario Jardel lo consiguió a principios del milenio. En Alemania, sin embargo, ni saben lo que es la Bota de Oro y casi ni les interesa. Müller fue el último que levantó el trofeo en la 1971/1972, eso sí, con 40 goles. Si se hace, se hace bien.
Cerrando Wikipedia y hablando -o escribiendo- con el sentimiento y no con los datos, da gusto ver una clasificación igualada. De hecho para eso sirven las clasificaciones, para recordarnos semana sí semana también qué cambios ha habido.
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