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El club de la hucha

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 5 feb 2016
  • 4 Min. de lectura

"Compras muebles. Te dices a ti mismo: Este es el último sofá que necesitaré en toda mi vida. Compras el sofá y durante un par de años te sientes satisfecho de que, aunque no todo vaya bien, al menos has sabido solucionar el asunto del sofá. Luego, la vajilla adecuada. Luego, la cama perfecta. Las cortinas. La alfombra." El club de la lucha, Chuck Palahniuk

Quién sabe fruto de qué, el ocio y el consumo están más unidos que nunca. En otros tiempos, ir a comprar y pasar un buen rato distaban mucho de ser lo mismo. Se adquirían muebles, ropas o utensilios cuando ya no quedaba otra opción. Ahora la necesidad se crea, o quizás ni eso. Se lleva lo de quedar con los amigos para dar paseos por las tiendas, sin precisar de camisas, por eso acabas volviendo a casa con una de cuadros y otras rayada. Y con el último botón tocando la nuez.

A diez días de que acabara el mercado de fichajes, Gary Neville declaró rotundamente que fichar en invierno es una pérdida de tiempo. ¿Qué es si no ir a comprar? Por todos es sabido que el tentador consumismo aumenta en épocas de rebajas, de segundas oportunidades. Y en el fútbol, que se parece y mucho a la vida, se llama mercado de invierno. Fue declarar aquello Neville, como el que va al Corte Inglés jurando que no necesita nada, y el Valencia se interesó en Mosquera y Sarabia. No consiguió hacerse con ninguno de ellos, pero el club che ya tenía el fuego consumista en sus ojos. Tenía unas necesidades y se creó otras, como la del lateral izquierdo. Se fue a Orbán, quizás para tener una excusa para fichar a Siqueira. Como no vino Sarabia el club se lanzó a por Cheryshev, como cuando no hay bambas de tu número, pero te autoconvences de que con un 44 te sobra tanto. Anticapitalismos y comparaciones consumistas aparte, en el mercado de fichajes reside un aire pintoresco, funambulista entre el éxito sorprendente y el fracaso estrepitoso, separados ambos por una fina línea, como de costumbre.

Nombraba antes a Siqueira y a Cheryshev, dos jugadores que ya han jugado de valencianista pero que hace unos meses defendían otra camiseta. Que el mercado invernal sea gracioso, no significa que sea inofensivo. Conviene poner de relieve lo pervertido de poder cambiar cromos, en la misma liga, a mitad de temporada. Como si los chavales pudieran intercambiar las notas de sus exámenes al final del primer trimestre. El caso más llamativo es el de Augusto, que jugó en Balaídos pero con otra camiseta, poco después de haber abandonado el Celta de Vigo.

El Atlético de Madrid bien merecería un capítulo, o incluso una saga aparte. Al ya polémico fichajes de Augusto, hay que añadirle el de Kranevitter, un clon del primero, al menos en lo posicional, pero con unos años menos. El Cholo temió por la lesión de Tiago, tanto que quiso fichar a dos para cubrirle, justo cuando asomaba Thomas, quizás porque se pensaba que podía fusionarlos y hacerlo de los tres un jugador total. Y qué decir de la delantera rojiblanca. Está el caso de Torres, con el que se tenía que tomar una decisión a cinco meses vista, como si se tuviera que elegir ya el color del bañador para este verano. Porque cada año hay que estrenar uno, eso está claro. Y cuando parecía que los rojiblancos ya habían chupado bastante cámara, Jackson se va, sin justificar lo que se pagó por él, o sí, pero no por lo que hizo en el campo, sino porque un equipo chino ha pagado más de lo que hizo el Atlético. Siempre habrá alguien con más afán consumista.

El Atlético ha copado las portadas en un mercado en el que siempre hay salidas inexplicables, como la de Angeleri, o fichajes misteriosos. Aquí el premio se lo lleva el Getafe con Pereira, que llega a Madrid con ocho partidos de sanción. Escribá no podría estrenar su nueva prenda hasta abril, como cuando nuestra madre nos compraba el último Action Man pero nos tenía en cuarentena por motivos escolares o de comportamiento.

En el mercado de invierno, como en las rebajas, siempre hay taras. El Madrid se fijó en Faubert, el extremo rápido que reclamaba Juande Ramos, y se quedó calentando banquillo quién sabe si mientras leía a Madame Bovary. El Barça, protagonista de patinadas invernales, atinó en cambio con el fichaje de Davids. El exJuve parecía que venía a firmar un plan de pensiones y resultó ser una pieza clave en la segunda parte del estreno de Rijkaard. Y si hay taras y gangas, cómo no va a haber pares sueltos. El reloj corría en contra de algunos jugadores sin equipo, ociosos por obligación. Riise, Zigic, Diogo -gran jugador, mejor persona y sublime boxeador- o Eboué encabezan la lista de jugadores vintage apuntados a Infojobs. Han sido presas del compro, compro; vendo, vendo en el que se ha convertido el fútbol, y también la vida, que por si no ha quedado claro, más o menos viene a ser lo mismo.

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