Sí que es como empieza
- Sergio Vázquez
- 31 ene 2016
- 3 Min. de lectura
Hay equipos que muestran dos caras más que diferenciadas cuando juegan en casa cuando lo hacen como visitante. Dos de ellos se enfrentaban hoy, Sevilla y Levante, con el factor diferencial de hacerlo en el Pizjuán. 3-1 se impusieron los sevillistas, aunque no fue tan fácil como se antojaba en la previa ni en el primer minuto de partido. Por si alguien se olvidaba que el Sevilla llevaba nueve victorias consecutivas en su feudo, Gameiro lo dejó claro. El francés, enrachado como poco, aprovechó un balón suelto en el área fruto de un centro de su compatriota Tremoulinas, uno de los mejores centradores de la Liga. Casi sin tiempo para sentarse en el campo y aún menos para asimilar el gol, el Levante se puso contestón. Morales, el Hombre del Levante de las últimas jornadas, disparó inocentemente, y quizás por eso Rico se confió y a punto estuvo de tragarse el chute que besó el larguero.

Las hostilidades estaban más que iniciadas y los de Emery -sancionado en la grada- quisieron hacerse con el control. También estaba sancionado Deyverson, lo que posibilitó el debut como titular en liga del ilusionante Rossi. Pero fue el delantero del otro equipo, de nuevo Gameiro, quien pudo poner tierra de por medio. Solo Mariño y su cara salvaron el mano a mano con el ex del PSG. Aún así el Levante no le perdió la cara al partido. Llegaba con relativa comodidad el equipo de Rubi, que contó varias casiocasiones gol. Rami y Kolo parecían dos flanes, todo lo contrario que Mariano, achicando agua y sobresaliendo ante la mirada de Coke y del repescado Diogo. El brasileño a un lado y Tremoulinas en el otro eran protagonistas también en ataque. Sus centros buscaban a Gameiro y a Iborra, socio del francés, jugando en paralelo con él. A todo esto, intentaba no achantarse el Levante, más alegre ofensivamente de lo que acostumbra. Pero la teoría de la manta corta, de momento, se hacía plausible en el Pizjuán.
La pugna se igualó en tanto que ambos equipos llegaban con facilidad a tres cuartos, pero estaban huérfanos de último pase. El Sevilla se acordaba de Banega y en el Levante, Rossi, por ahora, ilusionaba más por lo que se imagina de él. El encuentro tendió a espesarse, sobre todo por culpa del Sevilla, muy partido y con actitud tediosa. El Pizjuán pedía más en forma de pitos y a punto estuvo de contentar a la grada Gameiro. Tuvo el francés el doblete, tras una buena jugada de Reyes y buen control del ariete, pero su remate no fue lo suficientemente letal y Mariño se volvió a lucir. El Levante se olvidó de atacar en el tramo final de la primera parte, permitió al Sevilla acomodarse y enfilar el túnel de vestuarios con una victoria al tran tran.
El segundo asalto empezó igual que el primero: con un golpe del Sevilla directo al mentón. Reyes atinó con el último pase, que se convirtió en penúltimo porque Gameiro regaló el tanto a Iborra. No solo en eso se copió la segunda parte, recelosa de la primera. El Levante contestó, lo hizo con un disparo tímido, esta vez de Rossi, y Rico se la volvió a comer. La única pero crucial diferencia fue que esta vez el balón acabó entrando, consumando el error del meta y el regreso goleador del bueno de Giuseppe, que a falta de chispa -justificada- se llevó una alegría.
Del 2-0 al 2-1 solo hay un gol de diferencia pero un abismo de sensaciones. Los locales se acongojaron, todo lo contrario que el Levante, que por primera vez se creyó que podía sacar algo de su visita a la capital hispalense. Toda la fe levantinista se deshacía cuando miraban a Rico, que no estaba precisamente mostrando seguridad. El Sevilla emulaba a un funambulista, caminando sobre la fina línea de la victoria por un escaso tanto. Aparecía Morales y se iba Reyes, porque lo sustituyó Emery dejando toda la magia a Konoplyanka. El ucraniano parece desconectado de la dinámica sevillista, aunque nadie sabe muy bien por qué se cayó del once. Él y su magia fabricaron el tercero, recibiendo, recortando y mandando el balón a la escuadra. Un gol bonito y necesario, que eliminaba cualquier atisbo de debacle sevillista.
Si los inicios de ambas partes fueron intensos, los desenlaces bien podrían haber sobrado. El Sevilla se serenó y el Levante dejó de crear después de ver un resultado positivo muy de cerca, dejando una buena imagen. Si los de Rubi juegan como hoy tienen serias opciones de permanecer en Primera. Y más aún con Rossi que ya mostró gotitas de lo muchísimo que puede aportar. El Sevilla, con más oficio que brillo, sumó otra victoria en casa y sigue en lucha por la Champions, vivo en Europa League y con una semifinal de Copa que se jugará la próxima semana.
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