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Anduva, como una cuba

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 13 ene 2016
  • 3 Min. de lectura

"Entre gente que bebe mucho, no beber es una ventaja. Se puede contener la lengua, y además, es posible calcular cualquier pequeña irregularidad particular de forma que los demás están tan ciegos que no la ven o no les importa".

El gran Gatsby. Scott Fitzgerald.

Dolphus Raymond vagueaba por el condado de Maycomb empinando el codo esquina sí, esquina también. No se separaba de una botella que escondía dentro de una bolsa. Una mañana, les ofreció a Scout y Dill un trago de su misterioso líquido, que todo el condado presuponía que era whisky. Ante tal prejuicio, los zagales se mostraron recelosos. Raymond enseguida ahuyentó sus miedos, convenciéndoles de que la botella que custodiaba noche y día solo contenía Coca-Cola. Les rogó que guardara su secreto, ya que tenía la sensación de que si la gente sabía que lo que bebía no era alcohol, su tranquilidad se iría al garete. Los pequeños, contrariados, no entendían su comportamiento, así que el falso bebedor se lo explicó de la siguiente manera: "La gente se siente satisfecha si puede encontrar una explicación. Si cuando vengo a la ciudad, cosa que hago muy de tarde en tarde, me bamboleo un poco y bebo de esta bolsa, la gente puede decir que Dolphus Raymond es un esclavo del whisky y por eso no enmienda su conducta [...] Yo no soy un gran bebedor, pero los demás nunca comprenderían que vivo como vivo porque así quiero vivir".

A este interesante personaje salido de la pluma de Harper Lee le convenía que se le calificara de borracho. Algo parecido le pasa al Mirandés, ahora que todos los equipos están obligados a salir de Copas entre semana. Algunos se bajan de la fiesta enseguida, sabedores de que es en el fin de semana cuando se juegan las castañas en el trabajo, es decir, en la Liga. Otros optan por aceptar el envite de enero, cuando las Copa acelera, y apuntarse a cada fiesta intersemanal aunque solo sea para hacer más llevadera la cuesta del mes. Hay una tercera vía que solo el Mirandés ha tomado: salir entre semana, pero sin beber. A lo sumo se lo hace para evitar las sornas de los bebedores compulsivos que no pueden ver a nadie con una botella de agua en la mano. Pero el Mirandés tiene clara su táctica: no beber ni una gota de agua mientras los demás andan por los suelos. Es como ese amigo que se disculpa ante las chicas por las sandeces de sus amigos, y encima se lleva su número de teléfono. Ya lo hizo hace cuatro años y está dispuesto a repetirlo.

El club burgalés se puso de moda en 2012 cuando alcanzó las semifinales de la Copa del Rey, militando en Segunda B. De aquellas eliminó hasta a tres equipos de Primera División que se les fue de las manos con el whisky. Villarreal, Espanyol y Racing de Santander -sigue aferrado a la botella- fueron la víctimas del abstemio Mirandés. Su sobriedad permitía a los jugadores levantarse el fin de semana, ir al trabajo y cumplir también en Liga, logrando el ascenso a la Segunda División que hoy todavía pertenecen.

Dicen que lo difícil no es hacer algo, sino repetirlo. En Miranda de Ebro no están muy de acuerdo con el mandamiento popular y quieren repetir su gesta histórica. De momento ya han dejado en el camino, con el cinturón desabrochado y la camisa vomitada, a Málaga y Deportivo. Es el único equipo de Segunda que tiene fiesta reservada para el próximo miércoles y todo ello sin el que fuera Pichichi, suyo y de la competición en aquel glorioso 2012. El banquero Pablo Infante abandonó la disciplina burgalesa para fichar la Ponferradina.

Sin él pero con Provencio, que tiene nombre de octagenario que aguarda cada mañana en su banco favorito del pueblo, el Mirandés pagará la siguiente ronda, aunque sin tragar ni una gota. Carlos Terrazas, entrenador y héroe, desconfía de aquellos que dicen que beber despierta la creatividad. Lo mismo pensaba Baltasar Porcel sobre alcohol y literatura -perfectamente extrapolable a la pelota- tal y como le cuenta a Juan Tallón en Fin de Poema: "Nunca, nunca el alcohol me ha sugerido ni medio verso. Ni dos palabras. Cuando bebo, aunque solo sea una copa, soy incapaz de escribir. No diré, sin embargo, que, un día de bebida, esa no provoque unas asociaciones mentales extraordinarias, las cuales otro día, estando sobrio, puedes aprovechar si las recuerdas."¿Estarán los jugadores en plena curda, reunidos en el bar Domingo, preparando ya la táctica para el próximo miércoles?

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