Cosiendo huevos y friendo descosíos
- Sergio Vázquez
- 12 ene 2016
- 3 Min. de lectura
"Me atrevo a predecir que al fin el hombre será tenido y reconocido como un conglomerado de personalidades diversas, discrepantes e independientes". El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson

Billy Milligan, Arthur, Ragen Vadascovinich, Allen, Tommy, Danny, David, Christene, Christopher, Adalana, Phil, Kevin, Walter, Abril, Samuel, Marcos, Steve, Lee, Jason, Bobby, Shawn, Martin, Timoteo y El Maestro. Podría parecer cualquier grupo de niños de alguna serie americana o los nombres más utilizados en vaya usted a saber qué región perdida del mundo. Pero no. Son nombres que forman parte de un todo, o mejor dicho, de una sola persona. A William Stanley Milligan se le diagnosticó un trastorno de identidad disociativo que le llevó a vagar por varios hospitales psiquiátricos, en los que confirmaron sus 24 personalidades distintas. Más allá del hito vienticuatripolar, Billy Milligan -su personalidad principal- fue el primer hombre absuelto de sus delitos, entre los que se contaban varios robos y violaciones, por un trastorno psicológico. La historia la cuenta Daniel Keyes en el libro La mente de Billy Milligan, que está cerca de llevarse al cine con DiCaprio interpretando al susodicho.
Dejando a un lado el componente enfermizo y delictivo, se puede establecer un símil con un jugador que ya casi ni recuerda su nombre y mucho menos su posición. Le llaman Sergi, atenderá a la llamada de Roberto e incluso puede que responda al nombre de Segismundo. El canterano azulgrana ha jugado sus 23 partidos en hasta seis posiciones distintas, emulando a Oscar en Holy Motors. El protagonista de la surrealista película de Leos Carax encarna a diversos personajes conforme avanza el día. Vagabundo, asesino despiadado, padre de familia y muchas otras facetas, a las que se dedica en cuerpo y alma sin desentonar en ninguna de ellas. Lo mismo le sucede a Sergi Roberto, que ha jugado de lateral, de pivote, de interior y de extremo, sin diferenciar entre izquierda o derecha, como ese votante desconcertado y desconcertante que se halla entre Podemos y Ciudadanos.
Luis Enrique ha encontrado en el centrocampista -o todocampista; o todojugador- ese hombro en el que llorar cuando te deja la novia. Ya en verano, cuando muchas parejas se rompen, Pedro se marchó a Londres. Con Arda Turan y Aleix Vidal la situación fue distinta, pero se vieron obligados a darse un tiempo. Incluso Messi, la novia que nunca falla, estuvo dos meses ausente. En todas y cada una de las rupturas, a cual más traumática, ahí estaba Sergi Roberto. Si Luis Enrique quería ir al cine, el de Reus compraba las entradas. Si el técnico prefería jugar al trivial, el bueno de Roberto se hacía el longuis cuando le preguntaba el autor de A sangre fría. Incluso a veces se quedaba a dormir con él, friendo y cosiendo, huevos y descosíos, a partes iguales.
Poco queda ya de aquel chaval que debutó en el Santiago Bernabéu de la mano de Pep Guardiola, con la vitola de futuro jugón. Este año volvió al mismo escenario, donde actuó de extremo derecho, supliendo nada más y nada menos que a un tal Messi. Como precuela ya había actuado de lateral derecho y en los dos interiores; aún le faltaba hacerlo como pivote y como extremo izquierdo, posiciones que no está de más recordar que ocupan Busquets y Neymar. Precisamente el mérito de Sergi Roberto es que les ha suplantado con nota, como se suele decir, cumpliendo. En cuanto a confianza se refiere, es otro jugador, y hasta casi otra persona distinta. Una vez se ha quitado la mochila de "típico centrocampista de la Masia", que algunos le impusieron injustamente tras la salida chapucera de Thiago, se ha visto de lo que es capaz. Ya no es ese chaval inocente que pedía perdón por jugar. Ahora ya ni pide permiso.
Veremos si sigue encajando en los esquemas de Luis Enrique, ahora que el asturiano ya puede pasear con sus novias. La mejor baza para Sergi Roberto es que el propio Lucho era un jugador polivalente. Ya fue ese amigo en el que lloraron muchos novios despechados. De momento, ya se rumorea que el chaval se ha ofrecido para llenar las botellas, sacarle brillo al Balón de Oro de Messi e incluso cortarle el pelo a Alves. Para eso sí que hay que tener agallas.
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