"Me gustan las dos por igual"
- Sergio Vázquez
- 18 nov 2015
- 3 Min. de lectura
La vida es comparación. La competitividad en la que vivimos obliga a compararlo todo con su símil. Hasta que no conseguimos esclarecer cuál es superior, nuestra ansiedad no cesa. Cuando parece que tu nariz va a empezar a sangrar, pronuncias las palabras mágicas: "Es mejor el otro". Ya está. Respira hondo. La vida tiene sentido.

De vez en cuando convendría pensar que la comparación es un síntoma de debilidad. Al tener delante dos productos culturales, y sin mecanismo para describir ambos, el camino rápido es resumirlos en un parangón. Siguiendo esta lógica, lo usual tras haber leído Matar a un ruiseñor y Ve y pon un centinela, la frase resumen podría ser: "Me gustó más el primer libro". La crítica bien podría estar firmada por un cuñado que ni tan siquiera sabe que la autora es Harper Lee.
El orden cronológico de escritura de ambas novelas dificulta, por suerte, la equiparación. Narrativamente, Ve y pon un centinela es la continuación de Matar a un ruiseñor, pero esta fue escrita posteriormente. De hecho, la novela original de Lee era la publicada este año, pero su editora le instó a escribir otro libro -finalmente sería Matar a un ruiseñor- fundamentado en los flash-backs que leyó en la original.
Ve y pon un centinela se centra en una de las visitas anuales que hace la ya no tan pequeña Jean Louis Finch a su Maycomb natal, donde el débil Atticus tiene 72 años. El imán narrativo se mantiene, y la novela se divide entre la situación en la Maycomb actual y los flash-backs a la infancia de Jean Louis, Scout para los amigos. En esos flash-backs en los que posteriormente se inspiraría para escribir Matar a un ruiseñor, es donde las dos novelas -las únicas de Lee- más se rozan. Sin embargo, mientras que la obra ganadora del Pulitzer no abandona la línea novelesca, en Ve y pon un centinela queda más explícito el debate racial. Lee combina con atino ambos aspectos en las dos novelas, alternando la importancia en ellas. En Matar a un ruiseñor el dilema de raza está en segundo plano y conocemos a los personajes. En la continuación, solo precisamos de apuntes evolutivos de ellos, mientras que el debate está en primer plano. Seguramente en esto tenga que ver la edad de Scout. Pasa de ser a una niña, madura pero menuda, a una joven con la cabeza muy bien amueblada y con unos principios muy marcados.
La evolución de los personajes es otro de los componentes atractivos que tiene Ve y pon un centinela. El hecho de ser escritas tan seguidamente y en orden inverso, además de la brillantez de Lee, provoca que la evolución de alguno de ellos nos encaje o nos fascine.
Si en Scout es perfectamente lógico su proceso de madurez, nos damos de bruces con la evolución que sufre el bueno -o quizás ya no tanto- de Atticus. Pasa de ser uno de los personajes de ficción más bondadosos a un anciano pragmático y cansado.
"Si de verdad te pones a defender a tíos inocentes, ¿cómo sabes que lo haces porque quieres salvarles la vida, o porque quieres que todos te consideren un abogado estupendo y te den palmaditas en la espalda"?, se pregunta Holden Caulfield en un pasaje de El guardián entre el centeno. Siempre quedará la duda de cuál es la verdad personalidad de Atticus, aunque esa dicotomía no dejará dormir a aquellos que ven el mundo en blanco y negro. ¿Atticus antes era bueno y ahora es malo?
Cambiando el orden de una frase de Preciado, "ni antes era el Bayer Leverkusen ni ahora es la última mierda que cagó Pilatos". El problema es la mochila que trae: la de superhombre, la bondad personificada. Pero ese es un juicio que hicimos nosotros y que no podemos achacar a nadie más. "Al crecer, confundiste a tu padre con Dios. Nunca lo viste como a un hombre con el corazón de un hombre y con los defectos de un hombre", le dice a Scout su tío. Quizás eso nos pasó a los lectores.
Quizás también Atticus pensó que, como escribe Lee, "el centinela de cada uno, es su conciencia. Eso de la conciencia colectiva no existe." Así que aunque la conciencia colectiva tienda a la comparación tú eres tu propio centinela y puedes describir, sin que tengan que competir entre ellas, cómo son ambas novelas.
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