Siempre nos quedará Francia
- Sergio Vázquez
- 13 nov 2015
- 4 Min. de lectura
"En Francia, todo burgués quiere ser artista, mientras que en Inglaterra todo artista quiere ser burgués. En eso consiste la gran superioridad de Francia sobre Inglaterra". Oscar Wilde

La enemistad franco-inglesa se ha mantenido viva durante buena etapa de la Edad Media y hasta los años más recientes. No en vano, protagonizaron la mayor batalla del medievo, en la eterna Guerra de los Cien Años. Un nombre, dicho sea de paso, engañoso, pues la disputa se alargó desde 1337 hasta 1453. La rivalidad perduró hasta bien entrado el siglo XVIII, donde ambas potencias se disputaban el territorio, que bien se podía llamar continente o incluso mundo. Una confrontación manifestada en el campo de batalla y que tenía su mayor diferencia en el sistema de gobierno: el absolutismo francés contra el parlamentarismo inglés.
Últimamente en el Reino Unido, más concretamente en Londres, no supone un horror escuchar La Marsellesa susurrada por según qué personas. Los aficionados del Arsenal se alegran de ver la bandera francesa en todo lo alto, como la ondeaba la Libertad liderando la rebelión contra los opresores en el cuadro de Eugène Delacroix. Arsène Wenger, el pintor del Arsenal cuando recién se entraba en el siglo XXI, decidió apostar en los primeros compases del siglo XII por vertebrar su equipo con futbolistas que hablaran su mismo idioma. En La Libertad guiando al pueblo, la masa se levantaba para poner fin a la limitación de las libertades. Trasladado a la Premier League, el Arsenal debía finiquitar la hegemonía del Manchester United, que ganó tres campeonatos seguidos en los años 1999, 2000 y 2001. Wenger quería finalizar con el terror rojo, y para ello necesitaba a jugadores de todo tipo. Si Delacroix unió en el lienzo a burgueses, trabajadores y revolucionarios, Wenger juntó sobre el verde la consistencia física, el talento y el gol. Vieira, Pirès y Henry, separados por cuatro años de edad, lideraron al Arsenal en la consecución del título liguero en la 2001/2002. Solo dos temporadas después, los gunners firmaron una temporada invictos, lo que les valió para conseguir otra Premier league, y lo mejor, el apodo de The invincibles.
Lenin decía que después de la revolución que destruiría el Estado burgués, este debería ser sustituido por el Estado proletario. Pero solo era un paso provisional. A lo que aspiraba era a la "supresión del propio Estado", en palabras textuales de El Estado y la revolución. En definitiva, en política, como en la vida y como en deporte, lo importante no es llegar, sino mantenerse. Tanto la historia como el fútbol parecen estar regidos por patrones cíclicos, y ahora el Arsenal vuelve a estar oprimido por los grandes de la Premier. Desde el flamante título que consiguió en 2004, el campeonato liguero se lo han repartido Chelsea, y los equipos de Manchester. En estos diez años de travesía por el desierto, solo el director de orquesta era francés. Quizás algún jugador podía entonar La Marsellesa, pero sin la ayuda de compatriotas le resultaba complicado. Este año, si un jugador empieza tatareando "Allons enfants de la Patrie..." otros le siguen. El himno empieza en defensa, se traslada al medio del campo y coge fuerza en la delantera. Koscielny, Coquelin y Giroud representan la segunda estirpe gala en el Norte de Londres.
Koscielny parece que ha dejado atrás los complejos que le prohibían ser un central de primer nivel. Sus errores eran más comentados que sus aciertos, lo que le hizo ganar una fama de central inseguro. Cuando ha dejado de estar como un flan en uno de cada tres partidos, ha demostrado el nivel que tiene en la retaguardia y a la hora de sacar el balón. Coquelin representa la juventud en lo personal y la experiencia en el juego. Ha aleccionado a Wenger y le ha enseñado a ser pragmático cuando tiene que serlo, y a no avergonzarse por correr detrás del balón en lugar de marearlo sin más. Giroud, quizás por la enemistad tradicional entre Francia y Reino Unido, parecía sentirse en territorio hostil y nunca había mostrado el potencial que sí dejó ver en su Francia natal. Ahora está despertando. En las comparaciones con Henry tiene todas las de perder, pero eso no significa que su asiduidad a ver portería le puedan dar mucho al Arsenal. La columna vertebral bleu no está sola. Les acompañan los Cazorla, Ramsey, Özil y Alexis. Precisamente, el chileno y Giroud se han convertido en la pareja más letal de la Premier desde agosto de 2014. Suman 59 goles entre ambos, más que ninguna pareja en Inglaterra.
Con casi 20 años en el banquillo gunner, 1065 partidos a sus espaldas y tras más de diez sin conseguir la Premier, Wenger atisba una nueva posibilidad de levantar el título liguero. La tabla -colíder junto al City- lo dice. El buen juego lo corrobora. Y La Marsellesa lo evoca. Si a Humphrey Bogart y a Ingrid Bergman siempre les quedará París, el Arsenal lo puede extender a todo el territorio francés.
Comments