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"Yo más, tonto"

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 7 nov 2015
  • 3 Min. de lectura

"El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo". Albert Camus

En los vestuarios Setién y Moyes se retaron a ver quién estaba más necesitado. "Yo acabo de llegar y necesito ganar", diría el local; "pues ponte a la cola, llevo un tiempo aquí y ni hablo español", replicaría Moyes en un perfecto inglés. Apenas separados por tres puntos y con muchas dudas en su porvenir, la Unión Deportiva y la Real Sociedad se plantaron sobre el patatal canario con pocas novedades en el once. Setién apostó por Tana en el medio y por Araujo en punta; Moyes suplía la baja de Canales con el Chory Castro.

En los primeros minutos, ambos decidieron saltarse los entrantes, el primer y el segundo plato e ir directamente a por el postre. Y está muy claro lo que pidieron al camarero: flan. Locales y visitantes eran presos de la ansiedad que les instaba constantemente a precipitarse. Los dos erraban y amenazaban por su banda derecha, donde Yuri y Castellano deberían pensar que el partido empezaba un cuarto de hora más tarde. Pero el Dios del fútbol, ese que siempre decide el resultado, se puso ayer exigente y no tenía ninguna intención de premiar los errores. Quien ganara, lo haría por trenzar una jugada mínimamente decente. Ese era el trato y lo cumplió. La primera vez que un equipo hilvanó cuatro pases seguidos cayó el primero de la noche. Fueron los canarios los que procesaron una buena acción que remataría con más dramatismo que el final de La niebla Jonathan Viera. A partir del gol, poco más en los primeros 45 minutos. Los chicos de Moyes están tan perdidos que sus números favoritos deben de ser 4, 8, 15, 16, 23 y 42. Apenas le llegaron balones a Agirretxe, la única buena noticia txuri urdin en el arranque liguero. El delantero ostenta el temporal trofeo Zarra, doblemente meritorio visto el estado de forma de futbolista como Aduriz, Nolito o Aspas.

La segunda parte empezó sin Vela, que estuvo más pendiente de la banda para que le surtieran de algún elemento mágico para entrar en el partido. La piedra filosofal no llegó a tiempo y saltó al campo un impetuoso pero alocado Bruma, que se diluyó a los cinco minutos. Ante las muchas imprecisiones que seguían habiendo sobre los surcos del Estadio de Gran Canaria, el Dios del fútbol siguió regido por la meritocracia y premiaba exclusivamente los aciertos. En la segunda ocasión del encuentro, Araujo puso tierra de por medio tras recibir un buen pase de Tana. Reyes y Rulli, en principio sin quererlo, ayudaron a que el exBoca Juniors se quitara un peso de encima.

Los pío pío lo tenían todo hecho mientras que la Real no tenía ya nada que perder, y esa era un panorama muy peligrosa para la Unión Deportiva. Pero ni tan siquiera el estar ya al borde del abismo, donde te da todo igual, posibilitó la reacción vasca. Entró Canales y se hizo con el balón aunque no supo muy bien qué hacer con él. El juego de Moyes es obcecado, como si el entrenador se hubiera traído las nubes de Bearsden, el pueblo escocés del que procede. Los locales rozaron el tercero tras una buena jugada de Viera, pero Rulli y el destino evitaron el gol. La jugada se originó tras un error de Diego Reyes, así que la jugada no podía acabar el gol, como todas las ocasiones posteriores que provenían de un fallo. Los canarios afrontaron los últimos cinco minutos demasiados tranquilos, como si padecieran una sobredosis de valeriana, y Canales envió un balón al palo. Pero no hubo arreon vasco y el palo final fue para Moyes. El escocés sale muy tocado de Canarias ante un rival que llegaba muy necesitado y le iguala en la clasificación. "Ahora sí que estoy yo peor", le dijo Moyes a Setién en el túnel.

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