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Por tierra, mar y aire

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 27 oct 2015
  • 2 Min. de lectura

Se plantó el Sporting en San Mamés con un trivote en el centro del campo para recuperar la consistencia defensiva. Los de Abelardo habían perdido la seña de identidad que les alzó a Primera. Se ha vuelto un equipo casquivano, más alegre en ataque pero despreocupado en la retaguardia. Enfrente estaba al Athletic, que no tenía más que mantener la línea ascendente de las últimas semanas.

Los de Gijón están más cómodos cuando actúan de forasteros y así quedó plasmado en el primer tramo del encuentro. El Sporting mostró una versión férrea, en la que hasta incluso Halilovic se dejaba la piel en el mojado césped de San Mamés. Pero pronto el Athletic de Bilbao asomó la cabeza por el área de Alberto, monopolizando sus ataques con centros certeros al área que siempre encontraban rematador. Los de Valverde inclinaron el campo hacia la meta asturiana y el gol de cabeza se olía hasta en los aledaños de Bilbao. El gol llegó, pero contra todo pronóstico fue en una jugada por raso que bien podría haber firmado el Bayern de Guardiola. Una gran jugada en uno o dos toques fue culminada por Susaeta, que marcó a placer tras una asistencia de Iñaki Gacela Williams.

El delantero, con la fobia a lesionarse superada, provocó migraña a toda la zaga sportinguista. Si en el primero asistió, Williams fue quien recibió el penalti que provocaría el segundo tanto. Aduriz, a la segunda, rompió su maleficio contra un equipo al que no le había conseguido marcar en ocho partidos.

Al descanso se llegó con un 2-0 que ajusticiaba el arreón de los vascos durante los últimos minutos. El miedo lo metió con la cabeza, pero la amenaza real se materializó con los pies. Tras la reanudación, se demostró que hubo descanso pero no interrupción, y el asedio continuó. El Sporting siguió desbordado pese a que Mascarrell ya no estaba sobre el verde. Entró Carmona con la intención de espolear un partido que los asturianos perdían por dos goles de diferencia, como ya ocurrió la semana pasada contra el Granada. En ese partido el Sporting obró el milagro, pero ayer no hubo ni un ligero atisbo de remontada. Lo máximo que consiguió fue sacudirse el dominio y poder corroborar que Gorka seguía en portería. El peligro provenía de Luis Hernández, el Delap español, con sus prominentes saques de banda.

El partido se apaciguó y no habría tenido más historia de no ser por Iñaki Williams. El mejor jugador del encuentro siguió con electricidad en sus botas. Con sus desmarques contagiaba al equipo de su gen vertical. Como en la primera mitad, los avisos llegaron por alto; la sentencia, por el suelo. Aduriz consiguió doblete, aunque por su carácter uraño en la noche de ayer parecía que había fallado quince ocasiones claras de gol.

El Athletic de Bilbao sumó tres puntos y siguió con las buenas sensaciones de las últimas semanas, con una activa presión tras pérdida y jugadores muy motivados, como Beñat y Williams. En el Sporting de Gijón, se confirma que tiene un grave problema en la retaguardia, donde la fiabilidad de las primeras jornadas ha desaparecido fulminantemente.

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