"Podemos dejar de ser monjes y volver hasta en tres ocasiones" (I)
- Sergio Vázquez
- 1 oct 2015
- 5 Min. de lectura
Los dos monjes saben que soy español. No sé si es por el acento, por la barba o simplemente porque he llegado tarde. En el templo de Wat Suan Dok, al Oeste de la encantadora ciudad tailandesa de Chiang Mai, se reserva un espacio para charlar con los monjes budistas, todos los días, de cinco a siete. Como buen español, pasan diez minutos de la hora límite, esa franja de tiempo en la que se llega tarde pero tampoco mucho, en la que una cara apurada te puede salvar en el tiempo de descuento.

- El monkchat es hasta las siete, y son las siete y diez, así que pasan diez minutos -me riñe Pai-Kai, el monje que me recibe.
Tras un suspiro calamitoso, me guía hasta la sala donde se realiza la actividad. Cinco mesas, tres de ellas ocupadas por occidentales inquietos que charlan con dos monjes. El trato es sencillo: tú les haces preguntas sobre la cultura tailandesa, el budismo y la vida en general, y ellos practican inglés. Sabía que iba a incumplir mi parte del trato desde el principio, pero ese era un secreto que no hacía falta revelar.
Pai-Kai tiene la cara totalmente redonda, con unos mofletes pronunciados. En ellos se apoyan unas gafas que custodian sus enormes ojos. Los carrillos le hacen tener cara de rapaz y quizás por esto no acierto su edad en el juego inicial que propongo para romper el hielo. Pai-Kai tiene 27 y yo le había echado 25. Con Eudaemon, que nos acompaña, me acerco más, y solo erro de un año los 24 que acaba de cumplir. Ambos habían acertado mi procedencia, pero se equivocan en cuatro años de más con mi edad. Probablemente es por la barba poblada, pero la apariencia ha bajado en mi lista de prioridades desde que estoy en Tailandia. Me preocupa más la suya. Ambos visten el típico atuendo budista, pero uno es marrón y el otro naranja.
-¿Cuál es la diferencia entre un traje marrón y otro naranja?
- No hay ninguna diferencia. Podemos escoger entre seis colores distintos. También hay amarillo, rojo...no significa nada.
Eudaemon ha tomado la batuta a la hora de responder. A simple vista parece tener menos conocimientos de inglés que Pai-Kai. También se diferencian en la apariencia. Eudaemon es espigado, de ojos rasgados y piel más blanquecina.
- ¿Cuándo decidiste ser monje? -pregunto a Eudaemon, que muestra más predisposición.
- Cuando era pequeño, quería ser novicio para aprender las enseñanzas y el lenguaje de Buda y para practicar meditación. Les pregunté a mis padres, y me dieron su consentimiento.
- ¿Estás seguro de que ser monje fue tu decisión?
- Sí, fue mi decisión. Aunque es cierto que hay una tradición budista en varias ciudades de Tailandia que dice que hay que ser novicio o monje al menos una vez en la vida. No estás obligado, pero es lo que dice la tradición, como para probar. Si no eres feliz, puedes dejarlo.
Cuando me cuenta que es tradición que los niños prueben los de ser monjes budistas, mi mente se transporta directamente al día anterior, cuando un guía de un trekkings, Wee, explicaba lo mismo, pero desde el otro lado de la barrera. "Hace unos años, era tradición ser novicio, y lo intenté. Pero era muy aburrido. Además, ¿cómo iba a estar sin pasármelo bien, sin beber y sin tocar a las mujeres?", argumentaba Wee. Lo de ser monje no estaba hecho para él.
Vuelvo a la conversación y le pregunto a Eudamon si existe la posibilidad de dejarlo y volver.
-Podemos dejar de ser monjes para siempre o simplemente parar un tiempo, y luego volver. Lo podemos hacer en tres ocasiones.
- ¿Alguno de vosotros lo ha hecho?
- No -responden ambos-. Pero es algo bastante normal, muchos monjes lo hacen. Sobre todo al principio, porque son los días más difíciles.
- Has pensado algunas veces en dejarlo?
Sí...-ríe Eudaemon-. Algunas veces sí que lo he pensado.
- ¿Pero sois más felices ahora que antes de ser novicios?
Ante esta pregunta Eudaemon duda y ríe a partes iguales, así que concreto: - ¿Eres feliz todo el tiempo?
- Hay veces que no soy feliz. Tengo mucho trabajo que hacer. A veces me aburro y no soy feliz. El budismo dice que a lo mejor ahora no somos felices pero no sabemos si mañana lo seremos. La felicidad no es para siempre.
- Entonces sentís egoísmo, ira...
- Claro- responde con naturalidad.
- ¿Vuestra aspiración es ser felices hoy, no toda vuestra vida?
- Queremos ser felices el resto de nuestra vida, pero no sabemos qué pasará mañana. Quiero ser feliz siempre, pero sé que no voy a ser feliz todos los momentos de mi vida.
-Intentamos ser felices el mayor tiempo que podemos -responde el maestro de Pai-Kai y Eudaemon, que se une a la conversación. Es menudo y con la voz muy aguda, aunque derrocha sabiduría por sus escasos 150 centímetros de altura. Cuando él habla, la atmósfera harmoniosa que se había creado aumenta todavía más. Coge la palabra y ya no la suelta-.
- ¿Cuál es vuestro objetivo como monje?
- El primero es el aprendizaje, y después tenemos que practicar lo que hemos aprendido. Además, podemos enseñar a la gente. También es importante no poseer muchos objetos. Si tenemos muchas cosas, nos crearán problemas, no seremos felices porque tendremos apego a nuestras posesiones, y eso no es bueno.
- ¿Quizás vuestro objetivo es no tener objetivos?
- Tenemos que evitar el sufrimiento, aunque no es fácil.
- ¿La solución entonces es evitar deseos?
Esa una pregunta que les hace pensar, hasta que responden: -La condición indispensable es eliminar el sufrimiento. Todo siempre tiene solución, entonces intentamos buscarla -responde finalmente el maestro-.
- Hablemos del karma
- ¿Lo entiendes?- me preguntan.
- Bueno, poco más allá de lo típico -respondo. Pero me concentro e intento responder de forma más profunda. Quiero explicarles que para mí el karma es que hoy a las siete y diez no me hayan mandado a freír espárragos por llegar tarde. Ayer ya intenté venir a hablar con ellos, pero había una celebración, en la cual aguanté estoicamente con las piernas cruzadas, pero luego ya no les encontré. Viniendo ayer me he ganado el derecho a que me atiendan hoy. -Si eres una buena persona obtendrás un premio -acierto a empalabrar-. No lo acabo de entender, porque es como tener que ser buena persona porque alguien me pagará por ello. Pero no tendría por qué tener razones para ser una buena persona, no hay porque mercantilizar el bien.
- Estás confuso sobre el karma porque no lo has entendido. La clave del concepto es que hacer cosas buenas todos los días te hará a ti y a la gente que te rodea feliz. Solo la cosa en sí. Antes de hacer una cosa hay que pensar. Si quieres hacer algo, piensa primero, considéralo. Tienes que hacer la acción porque quieras y lo sientas, no esperando algo a cambio. Solo así esa acción te hará feliz. Es la acción por sí sola, no el resultado.
Segunda parte de la entrevista:http://sergiovazquezjodar.wix.com/elshowdekoeman#!La-religión-no-significa-nada-Es-solo-un-nombre-II/cjds/56138c5f0cf2f0ed7a32e603
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