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Tarde de Premier League en Balaídos

  • Foto del escritor: Sergio Vázquez
    Sergio Vázquez
  • 13 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

"Lo único horrible en el mundo es el aburrimiento, Dorian. Ese es el único pecado que no tiene perdón" El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde

El Celta de Vigo afrontaba la tercera jornada después de haber ganado los dos primeros encuentros y siendo una de las mejores noticias de la Liga en este arranque liguero. Delante estaba la UDLP dirigida por Paco Herrera, que se enfrentaba a la obra de buen juego que él inició para que luego Luis Enrique y ahora Berizzo la mejoraran.

El encuentro empezó para los gallegos igual que los dos partidos anteriores: con una expulsión para el rival en los primeros minutos. Contra el Levante, Simao Mate se autoexpulsó con una patada infantil, mientras que en la segunda jornada Toño derribó a Wass cuando el danés ya se imaginaba el gol. Varas, otro exceltinha, no pudo resarcirse y también vio la roja por malograr una oportunidad manifiesta de gol de Aspas, que menos marcar hace de todo. Nolito le cedió el penalti a Orellana y el chileno transformó la pena máxima, ilusionando a los aficionados con otra jornada más en el liderato.

Pero si en algo había fallado el conjunto de Berizzo en los dos partidos anteriores fue en no cerrar un partido en el que eran superiores, pero el guion de este partido pareció ser diferente. Las triangulaciones al primer toque del Celta auguraban pocos bostezos en Balaídos, y Wass anotó el gol que merecía desde que llegó por esfuerzo y calidad. El tanto del danés, tras un rebote, allanaba el camino y prometía una tarde tranquila en Vigo.

Fue entonces cuando Araujo decidió sumarse a la fiesta. El argentino iba de amarillo pero se enfundó el traje de camuflaje para escurrirse ante la frágil defensa celeste. Solo Viera -Willian José tuvo que ser sustituido por la expulsión- podía darle las órdenes por walkie. Hasta que en una acción el Celta recordó que igual que desestabiliza en ataque, es inestable en defensa. Fontàs y Jonny se durmieron y David Simón, que estaba en todas, asistió a Araujo. El clima gallego y el cruce de hostilidades convirtieron el encuentro en un escenario más típico de la Premier League que de la Liga BBVA, rácana de goles en estas primeras jornadas.

Berizzo bien pudo reproducir en el descanso las mismas palabras que en los partidos anteriores, pues la tesitura era la misma. Superioridad numérica, por encima en el marcador y buenas sensaciones, pero el partido no estaba cerrado. Paco Herrera solo tuvo que decir a sus hombres que permanecieran en las trincheras, agazapados, esperando su momento.

Muy pronto bombardeó el Celta el campamento canario, gracias a un Aspas generoso. Él mismo robó en zona generosa, pisó área, Orellana le señaló el pase y Nolito definió a placer. Primero con 2-0, y ahora con 3-1, el Celta pareció cerrar el encuentro en dos ocasiones.

Decía lord Henry, el hombre detrás de Dorian Gray, que el único pecado sin perdón es el aburrimiento. Berizzo, quizás seguidor de Oscar Wilde, siguió a rajatabla el mandamiento y no durmió el partido.

Herrera, a quien más le interesaba el caos, borró todas las posiciones de su pizarra. Jugó a los trileros y sacó a Aythami, que es defensa, parecía que iba a salir en el medio pero acabó pisando área celtiña. El desorden provocado por el técnico catalán se apoderó del encuentro, y cuando el Celta no sabía dónde estaba la bolita, apareció de nuevo Araujo, con pinturas de guerra en la cara, para poner el miedo en el cuerpo en Balaídos. Berrizo aceptó el envite y sentó al sigiloso Pablo Hernández para dar entrada a Guidetti, en un dibujo más del gusto de la grada que del cuerpo técnico.

Con media hora por delante, la UDLP salió de las trincheras dispuesta a perder la batalla o a escribir una gran hazaña en la historia. La anarquía del encuentro llevó a una contra perfectamente hilada por los canarios que remató Simón, o al menos uno de ellos, porque pareció haber tres sobre el terreno de juego.

El encuentro cambió ya totalmente de nacionalidad e incluso alguno, con el 3-3 no dijo "carallo", si no que se le escapó un "what the hell...". Si con 3-2 la UDLP se lo creyó, con 3-3 le cogió vértigo. Wakaso, que pareció más un alocado aficionado que un jugador, se equivocó en un cuatro para dos muy claro para la UDLP, y el arreón final fue para el Celta. La más clara fue una falta de Nolito que la mitad de Balaídos cantó gol.

La otra mitad ya supo que el Celta solo iba a conseguir un punto en un partido que mereció ganar y perder a lo vez, muy bueno ofensivamente pero sonrojante en lo defensivo. La UDLP se lleva un meritorio empate porque tuvo al mejor delantero y al mejor portero sobre el verde, y porque su entrenador agitó el encuentro cuando tuvo que hacerlo.

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